miércoles, 3 de febrero de 2010

Brenda


Brenda ha venido a disculparse, porque sorprendentemente en algún momento ha decidido que caerle bien a la madre de Nate podría estar dentro de sus prioridades. Llama a la puerta de la funeraria con un regalito monísimo en las manos, pero Ruth ni siquiera la invita a pasar, así que la obliga a tener esta conversación incomodísima en la puerta.
Brenda
Hola. Espero que le gusten los artículos de baño caros. He tirado la casa por la ventana en The Body Shop.
Ruth
(coge el regalo y lo huele sin abrirlo)
Gracias. No era necesario.
Brenda
Sí lo era. Me temo que la otra noche no me vió usted en mi mejor momento.
Ruth
Ví más de lo que me interesaba.
Brenda
Muy...bien. Eeeh...mire, yo no soy una persona muy tradicional...y...no sé muy bien lo que va a pasar entre Nate y yo...pero...de vez en cuando, tengo la...sensación de que lo nuestro puede que funcione y...siento mucho lo que ocurrió, señora Fisher.

Ruth parece no inmutarse. Brenda hace el ademán de irse.

Ruth
Ten mucho cuidado con él. Nate es mucho más fragil de lo que parece.
Brenda
¿No lo somos todos?

Me encanta este diálogo, aunque no sea ni por casualidad el más brillante de la serie, por ese instante en el que Brenda desnuda a todos los personajes de la serie: frágiles. Ella, los Fishers, los clientes, parecen permanentemente a punto de estallar. Los únicos que dicen y hacen lo que quieren son los muertos. Y lo mejor de todo es que Brenda suelta la frase y no sucede nada. Me fascina esta humildad guionística. Uno puede colar una frase magistral en medio de un diálogo trascendente y hacer que los personajes se queden impertérritos, cómo si no fuera con ellos. Ningún silencio pomposo, ni musiquita, ni flashback, ni nada. Ya está bien, así es la vida real. Las personas de verdad no se desmontan tan facilmente.

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