domingo, 28 de noviembre de 2010

Enganchás




Micu es un rumbautor. Amigo de amigos, siempre acabo en sus conciertos, oficiales o improvisados, porque me gusta su rumba catalana, esa manera tan orgánica que tiene de tocar la guitarra, como si hubiera nacido con ella, y sobretodo, porque me lo paso bien.


Ayer actuaba en la Cúpula Venus, un antiguo teatro de varietés de la Rambla que ahora es la sede del Club de Billar de Barcelona. Nunca había estado allí: parece mentira que ese sitio exista y pase desapercibido. Es una bóveda enorme, con el suelo tapizado de rojo, y la parte superior está ennegrecida, como si hubiera sobrevivido a un incendio, a medio camino entre el esplendor del pasado y la decandencia actual. Muy Raval.


En pleno concierto, sentí que algo me arrastraba lejos de mis amigas. Una chica había pasado demasiado cerca y su bolso se había enganchado a mi vestido de punto.

-¡Uy! ¡Nos hemos enganchado! Yo iba a buscar una copa, ¿vienes?

Le reí la gracia mientras intentaba desenganchar la cremallera del bolso de mi vestido, sin destrozarlo del todo:

-Pues parece que es complicado, ¿eh?

-Sí...se ha enganchado bien.

-Vas a tener que acompañarme al baño...

El entuerto nos obligaba a estar muy cerca. La miré convencida de que no sabía de lo que estaba hablando ni con quién. Una imprudente, vaya.

-¿Es una proposición indecente?

- Por supuesto. Muy indecente.

Por suerte, en ese momento, logré liberar el vestido de su bolso, y como pude, me volví a mi sitio, completamente roja, a juego con el vestido. Al final resulta que la imprudente era yo.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Drama queen

Una joven se pasea en ropa interior por una tienda de ropa del centro. Su madre y una dependienta la persiguen con cuatro vestidos de fiesta en cada brazo. La chica está en modo drama on, avanza arrugando y quitando de en medio toda la ropa que encuentra a su paso, chillando que ELLA ESTÁ DEMASIADO GORDA PARA ENTRAR EN LA ROPA DE ESTE SITIO, ¿ES QUE NO LO ENTENDEMOS?. Su madre emplea esa voz medio calmada medio amenazante que usan las madres en público para convencerla de que vuelva al probador, que aún quedan muchos vestidos que no se ha probado, y la dependienta sonríe como si no pasara nada, como si la escena fuera incluso entrañable.

Lo peor es que la veo, soy consciente de lo que veo, y aún así, comprendo a la pobre chica histérica. Las que nacimos para el drama, nacimos para montar el espectáculo, y en los momentos difíciles, se nos va de la mano. El drama del probador es un guión tan visto...y mamá y las dependientas son personajes especialmente irritantes, empeñadas en demostrarte que todo está bien cuando no lo está.

Uf, qué poco echo de menos mis quince años.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Poderosa Afrodita


Sus manos se deslizaban por mi espalda como por encima de una tabla de ouija. Estaba buscando cómo exorcizar al bicho que se había hecho fuerte en mis trapecios, y sus manos tanteaban el terreno de manera curiosa, extrañamente suaves y diestras a la vez. De repente, muy rápido, pensé que ella era muy sexy, que yo estaba muy desnuda y que me encantaría que aquello no fuera algo profesional, pero aparté mis pensamientos impuros y la dejé hacer. Qué vergüenza, Miti. Qué va a pensar de tí esta fisio tan guapa.

Al terminar no me quiso cobrar. Ya le pagaría la siguiente vez. Mañana. Al fin y al cabo había cabreado suficientemente al bicho como para que mañana necesitara un repaso.

- ¿Y si no me duele? Ahora no me duele.

- Entonces me invitas a cenar.

Al día siguiente me encontraba per-fec-ta-mente, así que...vaya, tuve que invitarla a cenar. Se cameló a todas las camareras del restaurante. Se disculpaba: "Es que cuando sonríes, todo el mundo te sonríe". Yo la miraba como si fuera extraterrestre. La gente demasiado positiva me aterroriza. Pero la verdad es que me cuesta negarle una sonrisa...la suya es tan...poderosa.

- ¿Te das cuenta de que soy prácticamente Tu Reverso Tenebroso?

- Bastante. Es divertido.

martes, 16 de noviembre de 2010

Sa matao Paco

El corredor de fondo se hace, el sprinter, nace. Soy un bicho perezoso y sedentario, pero mi genética me favorece. Tengo bastante calculado que, si al abrir la puerta del ascensor oigo el motor del autobús 65 parado en el semáforo de enfrente, tengo tiempo justo para lanzarme en una carrera suicida y lograr atraparlo en su parada tres calles más abajo. Por supuesto, hay factores colaterales: el calzado influye, y también los trastos: si llevo el bolso en bandolera, lo sujeto bajo el brazo como un balón de rugby, por lo de la aerodinámica. Además, si es de día, hay más gente en la calle (más obstáculos) pero también más cola en la parada (más segundos estacionado). Sí, muchos años de cálculos y entreamiento, me han hecho una crack. Los conductores me felicitan.

Ahora estan haciendo obras tres calles más abajo y han puesto una parada provisional justo enfrente de mi portal. Al bicho perezoso y sedentario casi le da algo cuando lo vimos. Consideré encadenarme a la parada antes que permitir que la devolvieran a su sitio, hasta este sábado.

El sábado salí del ascensor y oí el run-run del motor del 65. Estaba parado, en la nueva parada. La puerta de mi casa prácticamente coincidía con la puerta del bus, que estaba abierta. La última persona de la cola estaba a punto de subir. Tenía tres segundos para abrir la puerta y, desesperadamente, intentar saltar dentro. Lo intenté. Pero yo soy sprinter, no hago salto de longitud. Resbalé, mis piernas se elevaron por encima de mi cabeza y me pegué un leñazo antológico. Llevo dos días viendo las estrellas al sentarme y con un moratón descomunal en un sitio que induce a la broma fácil. Bien pensado, la parada estaba mejor dónde antes.

sábado, 13 de noviembre de 2010

Eres tan técnico/a



Ayer me llamó Freckles.
Tiene tres o cuatro trabajos de los que yo pagaría por hacer. Saca tiempo para ver todo lo que está en cartelera y lee suficiente como para hacer quinielas de quién ganará el Nobel de literatura este año, entre semana cierra el DIR y los findes, los mejores peores antros de la ciudad. Tiene dos carreras, habla con fluidez cuatro idiomas (que yo sepa). Es como una navaja suiza con alas, y sí, sus amigos son una pandilla de pensadores semidioses de lo contracultural. Y además, es guapa de las que quitan el aliento. Guapa de las que no necesitan peinarse, ni maquillarse, ni elegir la ropa antes de salir porque si lo hicieran las simples mortales moriríamos deslumbradas.

Ayer me llamó Freckles, y estuvo convincente y agradable, y yo podría haberme dejado convencer por sus razones, pero no lo hice (¡y lo que me costó!). Soy una simple mortal, pero también tengo corazoncito. Y ella, aunque no quiera, es demasiado técnica. Yo no puedo lidiar con la perfección, no soy tan buena persona.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Suit up!



Muchas sesiones de How I met your mother han hecho mella en mí. A la que ahorré un dinero, fuí y me compré una americana. Sí, soy una chica impresionable y fácilmente manipulable (es algo largamente demostrado). Especialmente por la tele y por las cosas / mujeres bonitas.

Pero me encaaaaaanta. Me la compré con aquella cosa de "para el famoso fondo de armario". Pero me la pongo cada vez que tengo ocasión. Me encanta mezclarla con ropa informal. Salgo a dirigir mis conciertos con mi americana y me siento Josep Guardiola. Y se liga más, de verdad. Casi todas las técnicas de Barney funcionan, en realidad :)

Madam Bovary

Cuando fuí a buscar a la Biblioteca de mi barrio las guías para el Camino de Santiago, tuve un reencuentro amoroso. La encontré tan cambiada: tan moderna, tan llena de gente...¡había cola en préstamos y lista de espera en todos los grupos de lectura (¿qué deben dar?)! Así que me dí una vuelta y de repente pensé...¿cúanto tiempo hace que no lees algo que valga la pena?

Y me llevé un clásico. Hay una categoría particular de libros: los que sabes que deberías haberte leído, que incluso finges haber leído, pero que siempre te ha dado pereza leer. Yo suelo inscribir los clásicos en esta sección. Pero Madam Bovary me ha gustado. No es que vaya a congraciarme de mi incultura, pero lo cierto es que nunca estudié literatura universal, así que lo he leído con la ingenuidad de quién redescubre la rueda: sinceramente, tenía una idea muy vaga del argumento. Pensaba que era una novela romanticosa y dramática sobre los amoríos de una francesa adúltera, con ese toque fatídico de "morir de amor". ¡Y no! Flaubert tiene esa manera de narrar la historia que hace que Emma Bovary sea un personaje fascinante, pero a la vez, resulte tan superficial, caprichosa, egoísta, estúpida...Una vacuna contra el romanticismo.

Hoy he ido a devolver el libro. He pensado que podía coger otro de esos libros que supuestamente debería haber leído. Me ido a la "T" de Tolstói y he encontrado dos volúmenes de Guerra y Paz: era la misma edición, pero uno estaba nuevo y el otro, hecho polvo. Me he llevado el nuevo y me he ido a hacer cola a préstamos. Era bastante más gordo que Madam Bovary, pero llena de optimismo, he pensado que podría con él y lo he abierto para hojearlo: en la primera página ponía "novena parte". Lo he volteado y entonces he visto, con horror, que en el lomo había un hermoso "II" debajo del título. O sea, que no había dos copias, sino que la copia vieja era sólo la primera parte del libro y la nueva, (la que no lee nadie), la segunda.

En fin. Es posible que mis propósitos de volver a la buena literatura se estrellen contra Tolstói, como probablemente lo hicieron antes los de tantos lectores que nunca vinieron a buscar la segunda parte del libro...pero si no, ya os contaré.

martes, 9 de noviembre de 2010

Si te he visto no me acuerdo


Noche de Halloween. Salimos de fiesta. Me disfracé. Nos estábamos despidiendo de nuestros amigos a cinco minutos de su casa, cuando, en medio del intercambio de besos y adioses, me dí cuenta de que Freckles también se estaba despidiendo de mí, o sea, que me estaba mandando a dormir a mi casita la noche de nuestro reencuentro. Sí: me llevé un calabazazo de Halloween espectacular, de los que hacen que la gente diga "au" sólo de verlos de lejos. Y eso es todo lo que sé de Freckles desde entonces. Si te he visto, no me acuerdo, y a otra cosa...

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Infierno

En las puertas del Infierno pone Secretaría, seguro.

Hay un volcán en Mordor de dónde salen todas las putas secretarias de todas las putas universidades de este puto país. Las fabrican a todas igual de incompetentes, ladinas, indolentes, intransigentes y malfolladas.

Creo que preferiría que me hicieran otra cicatriz, o que me azotaran, o me sondaran por el recto, antes que tener que volver a entrar ahí y pelearme con esas zorras hijas de Satanás.
En este país no está autorizada la venta libre de armas porque no darían al abasto a recoger sus restos calcinados. Lo amortizado que tendría el kalashnicov si hubiera decidido comprarlo el primer día que me pusieron problemas.

Llanes-Poo

Es un albergue privado (entiéndase, me ha costado dinero) que construyeron dentro de una antigua estación de tren. Soy la única húesped esta noche y esta casa cumple con todos los requisitos para la Casa de una Bruja de uno de mis libros favoritos de la infancia, el Manual de la Bruja. Llevo media hora desnuda en la ducha. No hay agua caliente. Mierda.

Contemplo la posibilidad de enrollarme en la toalla y bajar a la recepción a poner el grito en el cielo. Pero al final, me vence el decoro. Maldiciendo en arameo, salgo de la ducha con la toalla, voy a la habitación, me pongo mi único recambio de ropa limpia, sin ni siquiera ponerme ropa interior, que me da pereza, y bajo a hablar con la bruja.

Que no, que sí hay agua caliente. Lo que pasa es que la casa es grande, está vacía y la caldera es vieja. Gracias a Dios. Vuelvo a subir y me dispongo a esperar a que la caldera decida trabajar. Al final, antes de helarme en esa ratonera, me ducho con agua templada (por decir algo amable) y...

...mierda. ¿Dónde está la toalla? Sí, justo ahí dónde la he dejado la última vez: en mi habitación. Oh, joder, por qué soy tan inútil.

Estoy empapada. Secarme, o tan siquiera ponerme la ropa es inviable: la necesito. Por otro lado, hasta hace una hora estaba sola en el albergue. Lo pienso diez minutos. Los dedos de los pies empiezan a lucir un bonito color morado. Saco la cabeza por la puerta del baño: despejado.

Así es como acabé completamente desnuda en medio del pasillo del cochambroso albergue de Llanes, intentando abrir desesperadamente la puerta de mi habitación.