domingo, 31 de octubre de 2010

Nobody loves no one


Esta es la canción de cierre. Han apagado las luces del local y sólo queda una ténue luz roja, muy decadente y apropiada para las cuatro de la madrugada. Estás borrachísima. Yo también, supongo. Te entregas a Wicked Game como no había visto a nadie hacerlo con ninguna canción. Cierras los ojos y bailas con los brazos extendidos al cielo, como si cada nota, cada palabra, penetrase en tu cuerpo y lo hiciera vibrar de dolor y placer con igual intensidad. Irradias algo fascinante, magnético, etílico, sexual, profundamente triste. No estás allí, estás muy, muy lejos, en algún rincón privado de tu ser al que yo no puedo acceder. Te miro y pienso que eres tan hermosa e inalcanzable como la luna.

"Lo que es, es; y lo que no es, no es" me contestaste enigmática cuando te pregunté qué había entre nosotras. Y probablemente yo no era la persona con quién bailabas ayer, a pesar que mis manos agarraran tu cintura.

Comillas-Colombres

Cuando llegué a Santillana, decidí quedarme. Era precioso. El día siguiente, pensaba andar hasta San Vicente de la Barquera, pero Comillas me cautivó, y me quedé. El quinto día, cruzando la ría para entrar en San Vicente, me quedé embobada mirando una mariposa y supe que si no le ponía remedio, volvería a retrasar mi viaje un día más. ¡Yo tenía un vuelo de vuelta en Oviedo! Así que apreté el paso. En mal momento.

Ese día me quemé la cara del sol, me quedé sin agua en medio del monte, me perdí durante cuatro quilómetros (de ida, más cuatro de vuelta), y no encontré un puto pueblo habitado dónde hacer la cerveza antidesesperación (es una técnica que aprendí de un colega australiano: cuando el Camino te putea, hay que beber, beber, beber.) El pie izquierdo empezó a matarme. Decidí quedarme en el primer hostal/pensión/hotel que encontrara, ya que en un arranque de optimismo había dejado atrás el albergue de Serdio y ya se sabe, no vale retroceder ni para tomar impulso.

Al otro lado de la Nacional, a punto de entrar en Pesués, unos señores se tomaban los gintonics de las seis de la tarde. Me hicieron señas para que cruzara y me invitaron a tomar algo. (Seh, las peregrinas solitarias y sudadas obtenemos mucha colaboración por parte de los lugareños aburridos). Entre estos y los abuelos del pueblo, me convencieron de que siguiera un poco hasta el albergue de Colombres. Este pueblo no figuraba en mi guía y yo ya había aprendido a desconfiar de las indicaciones. ¿Seguro que no me quedaré tirada en medio del bosque? Que casi son las siete y media de la tarde...Que no, que no, que en cuarenta minutos estás ahí, seguro.

Al final les creí. Eché a andar, y efectivamente, en media hora había llegado a Unquera, justo al lado de Colombres. Estaba eufórica. Ví un cartel que ponía: Albergue, 1km. Más feliz que una perdiz, me fuí al súper y compré cena y desayuno. Cargada con las bolsas, me metí en el camino. Puede que sólo fuera un kilómetro, pero era la PUTA SUBIDA MÁS EMPINADA DEL MUNDO. Casi llegué al pueblo a rastras. Eran las ocho de la tarde, estaba oscureciendo. Había andado más de 30km, casi ocho horas. Hubiera matado por poner el pie en agua fría.

Y entonces llego al albergue y....estaba cerrado a cal y canto. Lo habían cerrado la semana anterior. Casi lloro.

Sin embargo, esa noche dormí mejor que nunca. Fuí la reina del polideportivo de Colombres. Completamente sola, con toda la pista para mí, montones de colchonetas, un radiador, incluso una radio. El director me trató como a una reina, incluso abrieron la cafetería para mí. Y me hizo un croquis a colores de la etapa del día siguiente. Lo voy a enmarcar.

sábado, 30 de octubre de 2010

Laredo-Güemes

Laredo tiene el mayor arenal de Cantabria. Cuatro kilómetros andando por la playa, hasta El Puntal, dónde una lancha fantasma te cruza hasta Noja. No hay embarcadero, y mucho menos rastro de vida humana. Te acercas a la orilla y te quedas quietecito, para que el barquero te vea y te venga a buscar. Un poco como las almas errantes y Caronte (previo pago del óbolo correspondiente).
26km después, llegué al albergue de Güemes, la joya del Camino del Norte. El albergue se autogestiona, funciona a base de voluntarios y uno paga lo que cree que vale lo recibido. Lo cual es imposible, porque no tiene precio.
Esa noche sólo éramos tres peregrinos, yo, la única chica. Pero el albergue estaba lleno, porque había un grupo de presos de la prisión cercana de El Dueso, que estaban pasando un fin de semana haciendo trabajos para la Comunidad. Después de la cena, uno de ellos, muy alto, muy serio, se me acercó a hablar. Era muy amable, pero cada dos frases me repetía la misma idea: "¿Y no te preocupa hacer el Camino sola siendo una mujer? Es peligroso que una mujer vaya sola por ahí..." Yo me hice la tía chunga de l'Hospi, pero luego, por la noche, a solas en el enorme dormitorio de las chicas, pasé el pestillo...y atranqué la puerta con la silla.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Pies en polvorosa

Click.


Sí, lo acabo de hacer, acabo de comprar los billetes.


No tengo nada previsto. Sólo fecha de ida, fecha de vuelta.


250 km pegada al acantilado. Va a llover, voy a embarrarme, a caminar mucho, a perderme.


Oh, sí.


Patio de Colegio

El otro día los telediarios abrieron con unas imágenes de unos señores jugando un partido de fútbol de costellada. De repente, uno se acercaba a su marcador contrario y le pegaba una patada en la entrepierna.

La gracia del asunto es que el agresor era el presidente de Bolivia, Evo Morales, y el agredido, un político del partido rival. Los del noticiero estaban especialmente preocupados porque ni siquiera le habían mostrado tarjeta amarilla al presidente. A mí, directamente, lo que me fascinó fue la idea de que Gobierno y Oposición disputen partidos de fútbol. Que luego aprovechen para aporrearse me parece inevitable y lógico, con los tiempos que corren.

Eso es justamente lo que le falta a la política española para lograr que la ciudadanía se implique en la democracia. ¿Para qué montar elecciones, debates, plenos...pudiendo hacer partidos de fútbol? Ya tienen los mismos vacíos, cansinos y repetitivos discursos que los jugadores de fútbol, la tendencia al bipartidismo de la Liga, la misma ciega y estúpida rivalidad y prácticamente la misma efectividad sobre la realidad social. Podríamos dejar a los políticos encargarse de la Liga, y a los fútbolistas...¿de la política?

domingo, 3 de octubre de 2010

Freckles

La primera vez que te ví hacíamos cola en la secretaria de la Universidad, en el edificio antiguo, aquella sala tan estrecha. Llevabas una camiseta de la Madrastra Maligna, pero cumplías con la descripción canónica de Blancanieves, tal como la instauraron los hermanos Grimm y la perpetuó Disney en el imaginario colectivo. Me pareció brillante el contraste. Luego te ví camelarte al secretario y pensé que, en realidad, tu llevabas sangre de Reina Bruja en tus venas. Sin duda alguna, eras la hermastra bollo y sexy de Blancanieves, y tu rostro pecoso no era más que una maniobra de distracción.