jueves, 31 de mayo de 2012

Eco

Estoy tumbada en tu cama y nos estamos quedando dormidas después de uno de esos polvos que destruyen las leyes de la Termodinámica. Por la ventana entra un aire que huele a verano...¿sí, ya? ¿otra vez? Mi lista de Spotify lleva horas reproduciéndose en bucle, pero nadie la escucha.  Y entonces salta una canción, una canción que hace aflorar frases en mis labios y recuerdos, recuerdos de veranos, y de otros cuerpos cansados, y de una mujer que tenía más o menos mi misma cara y que ahora me parece que vivía muy lejos, en otro plano de la realidad. Sin embargo, no son recuerdos horribles, sólo extraños, y quizá esto es todo lo que me quede de esa época. Esto que estás escuchando...ya no soy yo. Es el eco, del eco, del eco, de un sentimiento....

jueves, 10 de mayo de 2012

Inerte


Estoy muerta, tirada atravesada sobre mi cama prestada. De repente me dá por mirar debajo y descubro una auténtica civilización de pelusa y polvo con pinta de haber habitado ese lugar suficiente tiempo como para organizarse jerárquicamente y tener lengua y cultura propias. Uf. Ahora no. Doy media vuelta. En el tejado del edificio de enfrente, un colegio, unas estatuas humanoides me miran ligeramente sonrientes. La mayoría son niños con el torso semidesnudo. Arquitectos modernistas perversos.
No sé qué hacer con mi vida.
Esta mañana me has tirado sobre esta misma cama, jugando y diciendo pornotonterías que sabías que no ibas a cumplir a esas horas y con esos pelos. De repente, estando cara contra cara, tu cuerpo inmovilizando el mío, vas y me sueltas algo como: "creo que no eres feliz". Me he reído. Pero iba en serio, y has clavado el cómo, el cuándo y el por qué. Tampoco le has dado más importancia. Lo has hecho sin trascendencia, como si no te dieras cuenta de que me estabas leyendo hasta los números de serie. Me has lanzado un par de mordiscos de fogueo mientras asegurabas dulcemente que me querías, y te has ido a trabajar. 
Me doy otra vuelta a la cama y vuelvo a reencontrarme con la reina pelusa y su corte. Esta habitación está llena de cosas vivas, antiguas e inertes, como yo.

miércoles, 9 de mayo de 2012

Chantilly

François Vatel fue un maitre y un cocinero excepcional. Trabajaba en el palacio de Chantilly para Luis II, el Gran Conde, y sus banquetes multitudinarios eran de un refinamiento inigualable.

Pasó a la historia por inventar algo tan delicado y goloso como la crema Chantilly, que aquí conocemos como nata montada azucarada porque no tenemos el glamour de los franceses.

La mostró a toda la corte durante una celebración de tres días que se celebraba en el castillo. Vatel tenía que preparar cinco banquetes al día para más de dos mil nobles y cortesanos y el pobre estaba un poco estresado. La crema Chantilly salió perfecta, los invitados repeinados del conde estaban maravillados y Vatel acababa de ganarse su sitio en la Wikipedia, pero él no lo sabía. En realidad, estaba fuera de sí porque el pescado para el banquete del día siguiente no llegaba. Desesperado, se encerró en su habitación y se clavó una espada en el vientre. Lo encontró su ayudante unas horas después, cuando fue a avisarle que el pescado, finalmente, había llegado a tiempo.

Lo peor es que comprendo al tío.


viernes, 4 de mayo de 2012

Una bicicleta desaparecida...

Estoy atrapada por una historia real.
¿Cuántas noticias horribles, tremendos dramas e injusticias nos llegan al día? Montones. Sin embargo, desde que leí sobre la historia de Patricia Heras, mi cabeza no deja de dar vueltas sobre su caso. He acabado leyendo su blog compulsivamente. Estoy en shock por lo kafkiano y repugnante del asunto, y a la vez seducida por la personalidad extraordinaria, inteligente, irónica, sensible, que desprenden sus cartas desde la cárcel.
La historia me ha tocado y no se va, de ningún modo. Supongo que es bueno. No debería irse de la cabeza de nadie, en realidad.