lunes, 25 de enero de 2010

Desde Rúsia con amor

Es domingo por la tarde y me queda más de una hora en el transiberiano. Me gusta la primera parte del viaje, cuando el recorrido sigue el Volga, pero pasada la parada del cremallera de los Urales el viaje se me hace eterno. Dice la rusa que es porque empiezo a acostumbrarme al trayecto. Yo creo que el problema es más bien que me acostumbro a estar con ella y por eso el viaje de vuelta me pone de mal humor. Aunque vuelva cargada de souvenires:

- Eres como Ibrahimovic.
- ¿Por lo de matón chungo o por la nariz?
- Por lo de gigantón bueno.
- No soy gigante. Sólo un poco. Es...por el pelo...pero no soy...
- Me gusta Ibra. Y Xavi. Yo soy como Xavi.
- Ah, no, no, no no. Tu eres más...Alves. Sí, ¡eres Alves!

Me río sola en el tren. La gente del transiberiano deben pensar que estoy chalada.

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