viernes, 28 de mayo de 2010

Dura jornada laboral

Llevo tres días sustituyendo a la recepcionista de una multinacional de esas con más siglas que un abecedario. Siempre temo decirlas al revés, como no sé lo que significan...Lo mejor de todo es que, en el edificio, en la planta de abajo, hay otra empresa con las mismas letras pero en otro orden.

Cuando llegué a la empresa me enteré de acaban de ser comprados por la competencia, que la sucursal lleva cerrada desde el 17 de mayo, que ya sólo quedan dos empleados allí y que básicamente se dedican a...hacer cajas con cara de pena. Todo lo que hice en mi primer día fue bloquear un ordenador y desbloquearlo (previa llamada al administrador, en Dinamarca...Hi, I'm calling from Barcelona...). El segundo día reservé un restaurante. Ayer...no hice n-a-d-a. Ocho horas tocant-me la figa. (Incluso me planteé pasar a lo literal cuando los dos empleados se fueron a comer durante tres horas, y me dejaron a solas en ese piso del Eixample, con sus sofás de cuero, sus escritorios de caoba, la moqueta silenciadora y las trescientas exuberantes plantas tropicales...pero me corté, seguro que el administrador de sistemas puede verme desde Dinamarca). Ains. Otra oportunidad perdida para un revolcón en un sitio raro.

Pero lo mejor es que esta dura jornada laboral...¡es la sustitución mejor pagada que he hecho nunca! Porque es de jornada completa, y porque se requiere para el puesto un nivel de inglés-avanzado-de-negocios que, obviamente, no tengo. ¿Para qué? Si con quién más he hablado estos días ha sido con las plantas. Ahora empiezo a entender mejor la relación entre sueldo, trabajo y preparación de los políticos.

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