4,9

Mi profesor de banda sonora suspende a todo el mundo por sistema. Los más afortunados, con un 4,9. Las revisiones del trabajo duran tres días, en las que los alumnos entre acojonados e indignados, se agolpan en el pasillo que da a su despacho. Los hace pasar uno por uno, comenta el trabajo, señala los puntos fuertes y los débiles, y te pide que defiendas a capa y espada tu teoría. Si lo haces con honor, te cambia la nota y te pone un 8 o un 9. Si cree que no tienes nada que defender, ya directamente no te pone ni un 4. Llevo tres días metida dentro de esta película, y por eso sólo deseo y espero que me ponga el dichoso 4,9 para poder ir a reclamar con la cabeza bien alta.

Llevo unos días jugando con la guitarra como quién tiene un juguete nuevo, aunque nuevo, nuevo, no es. He intentado aprender a tocarla varias veces, pero siempre ha podido mi dichosa impaciéncia. Pero esta vez será distinto porque lo hago porque quiero, porque me apetece, y no espero nada, ni pretendo nada haciéndolo. Me duele la muñeca izquierda de practicar las cejillas. Eso está bien. Hay que mantener las muñecas flexibles y los dedos ágiles...