Capacidad para distingir y reconocer olores con absoluta precisión, hasta el punto de poder recordarlos sin necesidad de estímulos externos.
Me enteré de todo esto leyendo un artículo en La Vanguardia sobre una buscadora de té, llamada Inés Berton.
Os copio un trocito, porque me pareció fascinante:
"Esta mujer argentina aprovechó su olfato absoluto -reconocía casi todos los olores- para desarrollar una brillante carrera de experta en té. De hecho, el Tea Council de Inglaterra la considera una de las once narices privilegiadas (ocho hombres y tres mujeres) que reconocen la procedencia de una hebra de té o la composición de una mezcla (blend) con sólo olerla.
Estas once personas, gracias a este título, tienen acceso a plantaciones exclusivas y custodiadas en las que nadie más puede entrar. Un ejemplo son las de té blanco, en China, que años atrás eran cosechadas por mujeres vírgenes con guantes blancos y cuyo té sólo podía ser tocado por el emperador. "
¿Os imagináis tener olfato absoluto? Es difícil evocar olores así, de golpe. Sin embargo, se sabe que los olores tienen una capacidad para hacernos recordar superior a las imágenes o los sonidos...cuando seamos mayores, el olor de la canela nos devolverá a nuestra abuela haciendo galletas, la madera de los lápices, nuestros primeros días de cole...
Pero vaya, también tiene sus inconvenientes: Inés decía que lo había pasado muy mal de pequeña, porque al tener esta capacidad olfativa de sabueso, no podía quedarse mucho rato en sitios que no le gustara cómo olían. Ni estar con gente que llevara perfumes o usara jabones de lavanda. Al menos no se ha vuelto una maníaca asesina como Jean Baptiste Grenouille..
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