Seguro que alguna vez alguien os ha contado la fábula de las piedras. Un profesor de desarrollo organizacional se trajo a clase un recipiente de cristal y cuatro cubos llenos de distintos materiales. Primero llenó el recipiente de piedras hasta los topes, y acto seguido preguntó a sus alumnos: ¿está lleno, verdad? Ya no cabe nada más, ¿no?. Los alumnos asintieron, pero entonces él sacó uno de los cubos, lleno de arena, y lo vació entero dentro del recipiente. La arena se coló entre las piedras, ocupando los espacios vacíos. Otra vez volvió a preguntar, el recipiente parecía lleno. Pero volvió a repetir la operación llenando los espacios con sal. De nuevo, la misma pregunta: ¿Cabe algo más? Y entonces, vació el último cubo, lleno de agua, en el recipiente.
Después de todo esto, les preguntó a sus alumnos: ¿Qué conclusión extraen de esto? Y respondieron: Que por más que parezca que ya no se puede hacer más, siempre queda tiempo para hacer más cosas. Y el profesor les contestó: No. Esto demuestra que hay que empezar a llenar las cosas con las piedras grandes, porque luego ya no van a caber.
La fábula de un poco de rabia, más que nada porque suena a autoayuda y porque es poco probable que sucediera algo así (¿alguien imagina a un profesor cargando cuatro cubos llenos de piedras?). A parte de que, logísticamente...no sé yo...Pero bueno, tiene su gracia.
La vida es como ese recipiente, dice la moraleja, y las piedras grandes con aquellas cosas importantes que no deben faltar. Me sé de una que, como no sabe exactamente qué baremo seguir para catalogar las piedras, las intenta cargar todas siempre encima, por si acaso...cualquier día de estos cruza el río y se ahoga...
2 comentarios:
No es mejor librarse del peso de las piedras por si acaso hay que cruzar un río?
No es mejor librarse del peso de las piedras por si acaso hay que cruzar un río?
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