viernes, 18 de septiembre de 2009

Santiago

Desde que he llegado a Santiago todo me sale a pedir de boca (me encanta esta expresión).

- Me han dado la Compostelana, y eso que en mi credencial hay más sellos de bares que de iglesias.
- Ha salido el sol para que pudiera ver bien la Catedral.
- He encontrado un albergue barato, hippioso y encantador.
- Al entrar, he coincidido con unas peregrinas vascas que conocí en Portomarín y a quién creía que ya no volvería a ver (su ritmo era inalcanzable). Ellas ya se iban, así que me han regalado sus mapas y los bonos de transporte.
- Me he ido a comprar pequeños lujos que antes (por el peso) no me podía permitir: suavizante, crema hidratante, cacao, unas bambas...¡y toda mi ropa está limpia y seca! (lavar la ropa a mano con el agua helada de Galicia te hace reverenciar los electrodomésticos)
- Después de ponerme todas mis cremitas, he conocido a la compañera de litera. Es la primera chica que conozco que también hace el Camino sola, y además ha venido por el Sanabrés, que es agreste y auténtico. Para celebrar la ocasión la he invitado a cenar, y ella, a visitar juntas Finisterre. Lo bueno de todo esto es que, vaya como vaya la noche, terminaré durmiendo justo, justo, a su ladito :)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Di que sí! ¡Viva el camino Sanabrés!

Murmi dijo...

¿Ya has llegado? ¡Qué máquina! Espeo que haya ido bien, eso parece. ¡Hasta pronto!

Ana Gordillo dijo...

y no le emborrachaste????? con licor de hierbas gallegas??