martes, 8 de septiembre de 2009

Mi hermano empieza el curso y yo lo termino

El despacho de mi profesor de teoría de la imagen está en la octava planta. Desde ahí se ve el mar (brillante y gris como el asfalto de una carretera a pleno sol) y se cuentan catorce gruas de sendas obras. Inexplicablemente, toda la planta huele a canela. Huele más a canela que todas las pastelerías de Grecia juntas. Pero no hay nada dulce para mí ahí. El examen es un coñazo, eterno, complejo.

- Ya sabes: el objetivo del examen es demostrar que has leído las lecturas, que las has digerido y que eres capaz de hacer una lectura crítica y ponerlas en paralelo las unas con las otras. Supongo que es algo que, estando en cuarto, deberías saber hacer.

Sí, supongo. En realidad estoy en quinto y me sigue costando escribir cuando no tengo nada que decir (aunque este blog esté plagado de banalidades). Pero supongo que el hecho de haber vomitado seis caras de verborrea pseudoacadémica sobre la experencia estética y la autonomia de la imagen sin tener demasiada idea del tema me acreditan como una comunicadora a punto de licenciarse: así son los medios de comunicación,¿ no? Repletos de gente que habla sin saber de qué. Al final resultará que paradójicamente la carrera sí sirve principalmente para aprender el oficio.

Charlotte se ha licenciado. Me alegro tanto por ella. Yo me quedaré un poco más. O acabo la carrera o ella acaba conmigo, pero en cualquier caso esto será después. Mi maratón de septiembre se acaba aquí. Hoy celebro que, con suerte, ya tengo un año más y doce créditos más en mi haber.

Mis 23 no han empezado nada mal.

1 comentario:

Ana Gordillo dijo...

23... hace tanto que cumplí los 23 (pensarás que soy una exagerada, pero han pasado tannnnnntas cosas en 4 años)