miércoles, 2 de junio de 2010

Sacher a prueba de Murphy

La tarta Sacher es una lucha constante contra la ley de Murphy, la muy puñetera requiere precisión y concentración absoluta, si no, se fastidia y acaba siendo un simple pastel de chocolate.

Pero esta me quedó tan perfecta que incluso tenía poderes mágicos. Ya se le nota en la foto.

Me dispuse a enfrentarme a la prueba final: la cobertura. El truco para que quede regular y sin lengüetazos es poner la tarta, partida y con el almíbar, sobre una rejilla, y entonces, echarle el chocolate por encima. Debajo le pones un plato, para recoger los restos, y vas inclinando la rejilla para que el chocolate se distribuya bien.

Estaba en plena operación cuando, una que es torpe de naturaleza, se me resbaló el cazo del chocolate. La espátula, que estaba dentro, voló. El cazo cayó sobre la rejilla, que se desequilibró, y haciendo palanca, lanzó mi pastel perfecto a dar una vuelta en el aire. Yo intuí el desastre y grité.

En tres segundos, el cazó cayó (de pie) sobre el mármol, con la espátula dentro. El chocolate del cazo cayó sobre el pastel. La rejilla se quedó, de pie, contra la pared. Y el pastel, con sus dos mitades perfectamente ordenadas, quedó encajado en plato como para servirlo. Cuatro gotitas de chocolate en mi mano atestiguaban lo sucedido.

Mary Poppins intenta repetirlo y no lo logra.

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