Lo que pasa es que fuera del laboratorio las cosas ya no están tan claras. ¿Estamos jugando? ¿O sólo juego yo? ¿Por qué me preocupa tan poco quemarme? Siempre me da por pensar que todo esto es un simulacro de fuego, un pasatiempos festivo e inofensivo como las bengalas y las bombitas de San Juan.
Puede que me lo esté inventando todo. Pero es divertido. Voy celebrando verbenas de otoño instantáneas, encendiendo cerillas mágicas en mi mente con tus chistecillos y chorradas, apartando el invierno de mi cabeza. Me basta con eso.
2 comentarios:
El fuego mola. Mucho.
Y además, sirve para todo.
Bonita metáfora, por cierto.
(Emma)
Sí, es divertido dejar que se consuma la llama hasta quemarte la yema de los dedos...
Y el olor a fósforo también mola.
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