Quiero tomar los relojes del mundo y retroceder hasta una mañana soleada, en la que tu silueta desnuda se recorte contra la luz de la ventana. Y sentirme llena de amor, dulce, puro, infinito.
Quiero que el tiempo se pare en ese instante.
No me importa dónde esté esa mañana en mis recuerdos. Lo que haya antes o después de ese momento.
Quiero sentir el sol, tu piel y mi amor como algo eterno.
Como algo verdadero e inagotable.
(Uf. Cuantas palabras prohibidas en tan poco espacio.)
Te echo horriblemente de menos.
En estos momentos de debilidad total, nada tiene sentido alguno.
Me digo que yo, por mí, no seguiría con esto. Te cortejaría descaradamente, te convencería de que en realidad podemos ser felices, arreglar nuestras vidas juntas. Como adelgazar sin hacer dieta, o ponerse en forma desde casa. Te vendería la teletienda sentimental entera: amor sin dependencia, relación sin monotonía, amigas-amantes...
Pero ya sé, todo eso son cacharros con nombres impactantes que se rompen en cuanto caduca la garantía...y te dejan la casa llena de accesorios inútiles.
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