jueves, 18 de noviembre de 2010

Poderosa Afrodita


Sus manos se deslizaban por mi espalda como por encima de una tabla de ouija. Estaba buscando cómo exorcizar al bicho que se había hecho fuerte en mis trapecios, y sus manos tanteaban el terreno de manera curiosa, extrañamente suaves y diestras a la vez. De repente, muy rápido, pensé que ella era muy sexy, que yo estaba muy desnuda y que me encantaría que aquello no fuera algo profesional, pero aparté mis pensamientos impuros y la dejé hacer. Qué vergüenza, Miti. Qué va a pensar de tí esta fisio tan guapa.

Al terminar no me quiso cobrar. Ya le pagaría la siguiente vez. Mañana. Al fin y al cabo había cabreado suficientemente al bicho como para que mañana necesitara un repaso.

- ¿Y si no me duele? Ahora no me duele.

- Entonces me invitas a cenar.

Al día siguiente me encontraba per-fec-ta-mente, así que...vaya, tuve que invitarla a cenar. Se cameló a todas las camareras del restaurante. Se disculpaba: "Es que cuando sonríes, todo el mundo te sonríe". Yo la miraba como si fuera extraterrestre. La gente demasiado positiva me aterroriza. Pero la verdad es que me cuesta negarle una sonrisa...la suya es tan...poderosa.

- ¿Te das cuenta de que soy prácticamente Tu Reverso Tenebroso?

- Bastante. Es divertido.

1 comentario:

Miyavi dijo...

Claro que te encontrabas per-fec-ta-mente, con esa sonrisa tan poderosa...