A veces pienso que mi vida está a medio camino entre el deporte olímpico y la enfermedad. Si tuviera que ponerle un nombre, me diagnosticaría halterofílis. Me refiero a esa necesidad extraña que siento de superarme una y otra vez, de levantar cada vez más peso, y añadir, añadir, añadir...A veces pienso que las semanas deberían tener ocho días, y otras, que los días deberían ser más cortos, para tener que reducir necesariamente los horarios. Soy halterofílica cuando me construyo horarios, cuando planifico, cuando me comprometo. El problema es que los atletas y los enfermos se dopan, y yo no.
Por suerte la ciencia avanza y quizá algún día puedan curarme...aunque de momento me interesan más otras investigaciones como la unos científicos americanos, que han recibido el premio anti-nobel de la paz por la invención de...¡la bomba gay!
Los premios Iqnobel se conceden a estudios científicos rigurosos aunque absolutamente absurdos, así que esto va en serio. Se trata de un arma química desarrollada para crear una irresistible atracción física entre los soldados y así "distraerlos". Habrán pensado: ¡Un ejército de maricones nunca podrá ganarnos! En fin, como parece que nunca va a ser utilizada para la guerra...se le podría dar un buen uso en nombre del amor, aunque no sé qué efecto tendría entre las mujeres...
...um, ¿oyes esto...?
...Se nos pone a llover...
...es que el otoño es ineludible...
...Se nos pone a llover...
...es que el otoño es ineludible...
2 comentarios:
Ai, dioses... ya los veo ingeniándoselas para llevar el invento al mercado. Ostras! pero imagínate: si realmente funciona aquello, la gente podría provocar que la persona que les interese sienta una atracción fatal por ellos. Aunque sería sólo temporal, ¿no? Digo yo... No sé, puede ser útil pero prefiero la manera convencional (aunque eso suponga muchos amores platónicos *suspiro*).Joder, es que, ¡vaya peligro!
Tictictictic...sí,sí...llueve!
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