sábado, 20 de octubre de 2007

La estupidez de los genios

Ahí les tenéis, Watson y Crick, tan jóvenes y sonrientes cómo aparecían en mi libro de biología. Junto con Wilkins, se les concedió el premio Nobel de Medicina y Fisiología por su descubrimiento de la estructura helicoidal de la molécula de ADN.

Quién no sale en la foto, por eso, es Rosalind Franklin. Rosalind trabajaba en el laboratorio de Wilkins, y pagó muy cara su condición de mujer. En los años 50, cuando ella se graduó, ni siquiera estaba permitido que tomase café en la misma sala que los hombres.

Ella fue la primera persona que obtuvo imágenes de la doble hélice. Por aquel entonces, Watson y Crick se rompían la cabeza intentando ordenar los componentes del ADN. Pero vino Wilkins, y les mostró las fotografías de Rosalind. Todo encajó y en dos semanas el gran descubrimiento era publicado en Nature. Vinieron los premios, las fotos sonrientes y finalmente, el Nobel. Y nadie se acordó de Rosalind. O sí: años más tarde, el dr. Watson llegó a escribir "me preguntaba cómo debía ser Rosy si se dejara el pelo suelto y se quitara las gafas"

Bueno, yo me acordé de Rosy hace un par de días, cuando precisamente el Dr. Watson, premio Nobel, afirmaba que: "no todas las razas son igual de inteligentes". En 1997, le dijo a un diario británico que una mujer debería de tener el derecho a abortar si las pruebas determinaban que el niño o niña sería homosexual.

Y la comunidad científica se quedó estupefacta. ¿Cómo puede ser que un individuo al que hemos reconocido cómo un genio pueda decir cosas tan obtusas? Rosy estaría conmigo al afirmar que no hay por qué sorprenderse, puesto que el Dr. Watson ya había dado pruebas suficientes cómo para considerarlo un cabronazo. La inteligencia no hace necesariamente más buenas a las personas, igual que la bondad no nos convierte necesariamente en más listos. Es cierto que algunos sabios, cúanto más comprenden de la vida, más pequeños se sienten y más humildes se vuelven. Pero hay otro tipo de alimañas que en lugar de abrirse al mundo se cierran al microscopio, y por más que resulten brillantes en su campo, son basura en todo lo demás.

La pregunta es: Al valorar un candidato a un premio, ¿ tenemos que considerar únicamente sus méritos o también la manera cómo los ha conseguido? Si la investigación científica es puro trabajo en equipo, ¿se debería penalizar a las sabandijas que maltratan a sus colaboradores, por más que obtengan resultados brillantes? ...Es evidente de que lado estoy yo...

4 comentarios:

glou dijo...

Que pena.. de inteligencia.. ¿artificial?

Anónimo dijo...

pero esto qué es, el diario de la lesbiana feminazi de turno? manda cojones (cojones), perdón

Lobo7922 dijo...

No es por nada, pero a mi siempre me cayó mal el Watson.

bishop2 dijo...

Si, desde luego Watson calladito estaba más guapo. Podía haber pasado a la historia como una eminencia a lo Charles Darwin y al final va a pasar como un mezquino viejo racista. Las cosas que pasan...mú chulo el blog, enhorabuena.