Es muy tarde, me acompañas a casa. Me estás hablando, sólo veo tus ojos verdes, que siempre me habían gustado y me pregunto si tú también estarás pensando en besarme. Hay algo en tí que me resulta extrañamente tierno y familiar, como si en el cole hubieras sido mi primer amor.
Una persona normal se quedaría en eso, sospesando la posibilidad remota de besar a alguien prácticamente desconocido, de forma inesperada, suicida, antes de que el metro llegue a su parada y se baje. Pero yo, al darme cuenta de que hace rato que calculo los riesgos de morrearte de improviso, me pongo a plantearme cosas absurdas que la gente normal no piensa...como por ejemplo...¡me estoy fijando en un tío otra vez! ¿me estaré volviendo hetero?
En realidad, sé que no voy a hacerlo. Que no voy a besarte, que no voy a llamarte, que no volveré a verte hasta la próxima reunión, dentro de seis meses, y que las cosas se quedarán así, como desde el día que te conocí. Si fueras una chica, seguramente me arriesgaría. Y no porque me gustes menos por ser un chico...es una cuestión de...práctica. Para mí estás más lejos...estás en la otra acera, lejos de dónde yo me siento segura. Y no es una distancia insalvable, pero sí suficiente como para que, al calcular los riesgos y posibilidades, la cosa se quede en una idea loca.
Llega tu parada, tú te bajas. Nos deseamos suerte. Y hasta la próxima.
1 comentario:
oh my god
Espero que en este momento estés pensando en venir hacia mi casaa hacer un café.
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