lunes, 12 de octubre de 2009

Carcassonne

Cuando quedo con mis amigos frikis, jugamos a cosas frikis, como Carcassonne. No os voy a contar cómo se juega, pero cómo podeis ver en la foto, tiene algo de puzzle. Yo necesitaba una ficha en concreto para cerrar una fortificación y me dió por pensar que en la vida deberían existir piezas así: que encajaran bien en casi cualquier situación y sirvieran para cerrar y abrir etapas de un modo limpio.

Es como las fórmulas de los cuentos. Es posible que no sepas de qué va ir la historia, pero ya sabes que debes empezar con "había una vez" y terminar con "y fueron felices y comieron perdices" (aunque prefiero vet aquí un gat, vet aquí un gos, i aquest conte ja s'ha fos, son los principios del cinematográfico fundido a negro).

Sería genial inventar esas piezas para la vida real. Llevar siempre unas cuantas en el bolsillo, para cubrir esos saltos que nunca sé dar: empezar y terminar. Poner una, bien bonita, que recogiera los mil caminos abiertos en mi trabajo y los hiciera confluir en el dichoso título que necesito para enterrar mi carrera. Soltar un gato y un perro y fundir a negro según que cuentos a los que ya no quiero dar más páginas. Deslizarte otra discretamente en el bolsillo, un día de esos que nos encontremos "casualmente". Había una vez, en un país muy, muy lejano, dos chicas.

1 comentario:

Murmi dijo...

Eso de las piezas estaria bien... Aunque dentro de la complejidad de la mente pienso que siempre acabamos decidiendo el final de las cosas, y si no lo hacemos debe ser porqué extrañamente no queremos o no estamos preparados para hacerlo.
Pero si la uni ya la tienes mujer, això és bufar i fer ampolles! Ànim!