martes, 8 de marzo de 2011

Mëöw



Las contraventanas de la casa de Wysteria Lane se abren hacia afuera, las dos a la vez. Cada vez que las abro me siento como Blancanieves, sacando la cabeza por la ventana y dejando que el sol del domingo nos ciegue. La luna de espejos que dejaste colgando en el porche llena la casa de puntitos luminosos. Maria Coma canta, pongo una cafetera, el café mejor te lo sirves tu, que nunca acierto tus proporciones.

Desayunamos al sol y los gatos de la vecina nos entretienen. Está la gata sociable, el siamés, la pantera, la rubita, el gris, el pequeño, el gatazo, y unos cuantos más a los que aún no he puesto apellido. Les gusta subirse al árbol de enfrente de tu casa, luego tienen que bajar marcha atrás, porque de cara no saben, o les dá miedo, aún no lo hemos decidido. También miran concentrados mis tostadas, se afilan las uñas en el felpudo y se cagan en una de tus macetas (sólo en esa, les gusta esa y ninguna otra), pero eso se lo perdonamos porque son tan monos...

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