sábado, 11 de septiembre de 2010

You get what you need!

El final de esta carrera ha logrado patearme el orgullo pero bien.

La primera vez que no terminé no me lo tomé como algo personal. Me convencí de que no era tan humillante, había sido una decisión, no una derrota. La segunda vez, empecé a picarme, hasta el punto que, antes de morir por cabezonería, tuvieron que sentarme y hacerme admitir que no se me concedieron los dones de la omnipresencia ni de la omnipotencia, que toda elección tiene un precio y yo no tenía dinero para pagar las mías. Esta vez era simple necesidad. Era una cuestión de honor. Puede que haya tenido que asumir que no soy tan buena, pero NECESITABA demostrarme que podía terminar lo que empecé, aunque fuera así, mal, tarde, a cara de perro, a sangre y fuego, en los penalties.

Cuando empecé tenía dieciocho años, ¡dieciocho!. Acababa de asumir que me gustaban las mujeres, nunca había tenido un trabajo serio, nunca había suspendido una asignatura, confiaba ciegamente en según qué elementos. Ha pasado la hostia de tiempo, la hostia de cosas, la hostia de personas. Y ahora, ha llegado el momento de ponerle punto y a parte a una etapa.

Yeah, ¡ya está! No siempre se logra lo que se quiere, pero si te esfuerzas, a veces consigues lo que necesitas. Me siento tan libre, tan rejodidamente bien, ahora. Es como si no necesitara nada más del mundo.

No hay comentarios: