domingo, 4 de diciembre de 2011

Ley de la hospitalidad

- Hoy he comprado un kit para un experimento y no sé si debería haberlo hecho.
- Ajá.
- Es que no está pensado para el tipo de experimento que quiero, y está disuelto en tolueno. Pero puedo dejarlo en la campana, y que se evapore. El tolueno es muy volátil, ¿no?
- Sí, y cancerígeno.
- Bueno, pero estoy trabajando en cantidades nanomolares.
- Ah, pues entonces.

Mi madre y mi hermano tienen la típica conversación incomprensible a la hora de cenar. Mi hermano se enrolla sobre las propiedades del tolueno y mi madre sigue dándole vueltas al experimento en voz alta. Sí, son extremadamente frikis, pero siempre son así, y que hoy no cambie nada es un logro. Quiere decir que están relajados, y todo va bien.

Las leyes de la hospitalidad no pueden romperse. Mi madre ha invitado a Marla a cenar, e incluso diría que lo ha hecho sin demasiado problema. La pobre invitada aguanta el chaparrón científico con una sonrisa y mastica un bistec gigante como si en realidad le gustara la carne. Es un triunfo raro, pero un soberano triunfo, y ella lo sabe. Cúanto la quiero.

1 comentario:

Miyavi dijo...

¡¡Guuuuuuaaauuuuu!!!!