Es la regla de oro del lugar: no juzgar a los demás por sus pintas, actitudes, vicios y demás, por más que no tengan nada que ver con los tuyos. Por eso me gusta el sitio. Así que no me voy a meter con sus botas peludas, sus tops de lycra ni su probable tendencia insana a vomitar cualquier cosa que añada carne a su huesudo cuerpo. Yo no tengo ningún problema con las Divinas, hemos coexistido en el mismo ambiente durante mucho tiempo.
Pero cuando les ví el jueves comprendí que la cosa se había salido de madre: los dueños del local les estan promocionado. La noche es de las Divinas, con sus canciones, su pódium, su foco, su escalera llena de aspirantes. Cuando actuan, es imposible ignorarles: toda la discoteca se queda quieta, observando el show, atrapados por el morbo. Y la verdad es que yo no voy ahí a ver ese circo. Me dan mal rollo, con su aire a los hienas del Rey León, la mirada hueca, el rictus pétreo, sus reuniones de clan. Se lo toman tan en serio que ni siquiera parece que se lo pasen bien. Tuve la sensación de que entre todos estábamos alimentando algo insano...así que si los dueños quieren potenciarles, genial, pero yo paso de seguirles el rollo...
1 comentario:
cómo que las están promocionando??
ains... insano es la palabra correcta, Miti, y tan insano...
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