La lengua oficial es el armenio, un idioma indoeuropeo que es el responsable de que, doce años después de marcharte de allí, sigas teniendo un acento tan curioso cuando te acercas a hablarme:
- Hola.
- Hola.
- ¿Nos conocemos?
- Del autobús. También nos encontramos la semana pasada en el 56, pero en dirección contraria.
- Hola.
- ¿Nos conocemos?
- Del autobús. También nos encontramos la semana pasada en el 56, pero en dirección contraria.
Te recuerdo perfectamente porque desde que nos cruzamos al subir, no dejamos de mirarnos fijamente. Quizá me sonaba tu cara, o simplemente me descolocó el descaro con el que me observabas desde tu rincón, esa media sonrisa colgada de tus labios. Nos bajamos en la misma parada. Me acompañas hasta el portal de mi casa, o eso crees, porque en el último instante, recuerdo que no sé nada sobre Armenia. Ni sobre tí.
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