Lisbeth Salander se pasea en ropa interior por la pantalla del Verdi y yo sólo puedo pensar que ese sujetador te quedaría terriblemente sexy. Durante unos segundos, no leo los subtítulos, no veo a Rooney Mara, sólo visualizo tus pechos pequeñitos y sexis envueltos en encaje. La imagen me acompaña toda la noche, mientras tomamos gintonics aromáticos y modernos en un bar de modernos en Gràcia, pero me autoprohíbo enrollarme contigo en tu portal (que ya sabemos lo que pasa). En ese momento, todos los pisos de Gràcia, con su ruido, sus cocinas de gas butano y sus alquileres snobs me parecen bien. De hecho, ¿por qué no vivo ahí, ya? Lo malo es que todo funciona mientras pienso en tetas y bebo gintonics. En frío las cuentas no salen y mis planes tienen agujeros gruyere.
martes, 31 de enero de 2012
Homeless
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