Es como las fórmulas de los cuentos. Es posible que no sepas de qué va ir la historia, pero ya sabes que debes empezar con "había una vez" y terminar con "y fueron felices y comieron perdices" (aunque prefiero vet aquí un gat, vet aquí un gos, i aquest conte ja s'ha fos, son los principios del cinematográfico fundido a negro).
Sería genial inventar esas piezas para la vida real. Llevar siempre unas cuantas en el bolsillo, para cubrir esos saltos que nunca sé dar: empezar y terminar. Poner una, bien bonita, que recogiera los mil caminos abiertos en mi trabajo y los hiciera confluir en el dichoso título que necesito para enterrar mi carrera. Soltar un gato y un perro y fundir a negro según que cuentos a los que ya no quiero dar más páginas. Deslizarte otra discretamente en el bolsillo, un día de esos que nos encontremos "casualmente". Había una vez, en un país muy, muy lejano, dos chicas.
1 comentario:
Eso de las piezas estaria bien... Aunque dentro de la complejidad de la mente pienso que siempre acabamos decidiendo el final de las cosas, y si no lo hacemos debe ser porqué extrañamente no queremos o no estamos preparados para hacerlo.
Pero si la uni ya la tienes mujer, això és bufar i fer ampolles! Ànim!
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