miércoles, 30 de enero de 2008

Buscadora de té

El sábado descubrí lo que era el olfato absoluto:

Capacidad para distingir y reconocer olores con absoluta precisión, hasta el punto de poder recordarlos sin necesidad de estímulos externos.

Me enteré de todo esto leyendo un artículo en La Vanguardia sobre una buscadora de té, llamada Inés Berton.
Os copio un trocito, porque me pareció fascinante:

"Esta mujer argentina aprovechó su olfato absoluto -reconocía casi todos los olores- para desarrollar una brillante carrera de experta en té. De hecho, el Tea Council de Inglaterra la considera una de las once narices privilegiadas (ocho hombres y tres mujeres) que reconocen la procedencia de una hebra de té o la composición de una mezcla (blend) con sólo olerla.

Estas once personas, gracias a este título, tienen acceso a plantaciones exclusivas y custodiadas en las que nadie más puede entrar. Un ejemplo son las de té blanco, en China, que años atrás eran cosechadas por mujeres vírgenes con guantes blancos y cuyo té sólo podía ser tocado por el emperador. "

¿Os imagináis tener olfato absoluto? Es difícil evocar olores así, de golpe. Sin embargo, se sabe que los olores tienen una capacidad para hacernos recordar superior a las imágenes o los sonidos...cuando seamos mayores, el olor de la canela nos devolverá a nuestra abuela haciendo galletas, la madera de los lápices, nuestros primeros días de cole...

Pero vaya, también tiene sus inconvenientes: Inés decía que lo había pasado muy mal de pequeña, porque al tener esta capacidad olfativa de sabueso, no podía quedarse mucho rato en sitios que no le gustara cómo olían. Ni estar con gente que llevara perfumes o usara jabones de lavanda. Al menos no se ha vuelto una maníaca asesina como Jean Baptiste Grenouille..

domingo, 27 de enero de 2008

Navegando

Los presocráticos creían que la tierra era plana y que el agua de todos los océanos del planeta se desparramaba por los extremos hacia el abismo. Pero todos los navegantes sabemos que el vivimos en un mundo esférico, y quizá por eso, al final, siempre acabas volviendo al punto de partida. Me siento tan absolutamente perdida que me digo a mi misma, dá igual, no te caerás por el borde del planeta, así que navega...Pero no hay viento, y aunque lo hubiera, no sé dónde voy.
Esto ya le pasaba a Odiseo. Ni los dioses, ni los monstruos marinos son capaces de apartarlo de su destino. El peligro está en esos momentos en los que el héroe pierde la memória, las ganas, la consciencia de estar en constante viaje...y se queda con Calipso...se emboba con las sirenas...o se queda sin viento en las velas.
Cuatro cosas tiene el hombre que no sirven en la mar: ancla, governalle y remos...y miedo de naufragar. (Proverbios y Cantares, de Machado)

miércoles, 23 de enero de 2008

Haz el amor y también la guerra

La Universidad de Michigan dice que las parejas que se discuten viven más que las que no lo hacen. De lo cual se deduce que no es que discutirse aumente nuestra esperanza de vida, sino que no hacerlo y huir de los conflictos nos carcome por dentro literalmente.

Ya decía yo...la gente pacífica vive menos. Aunque es cierto que los belicosos debemos aprender a discutirnos bien, con la suficiente humildad como para admitir que no tenemos razón...en aquellas extrañas y contadas ocasiones en que nos equivocamos.

martes, 22 de enero de 2008

Ideologías recortables

De pequeña fuí a un cole concertado. Algunos de mis compañeros eran bastante pijos, bastante mucho. Las reuniones de ex alumnos suelen ser un horror, (¿te gusta mi reloj? es bulgari...) así que a la mayoría hace años que les perdí la pista.

Pero a Joel le veo bastante. No hablamos casi nunca, pero nos cruzamos cada dos o tres años. Recuerdo que, en tercero de básica, Joel se reía de mi porque mis zapatillas no eran de marca. Porque mi abuela me compraba el chándal en el mercadillo. O porque mi padre tenía un golf rojo (que me encantaba). Un día me preguntó cúantos metros cuadrados tenía mi casa. Me descolocó tanto que no supe qué demonios contestar. Cuando le pregunté a mi madre, me dijo: "si es por eso, dile que nuestra casa es tan pequeña que su estupidez no entraria por la puerta".

El caso es que a este pequeño monstruo me lo encontré muchos años más tarde en el centro de la ciudad y aluciné. Seguía siendo igual de delgado y enclenque, pero medía dos metros. Llevaba el pelo crespado, absolutamente mugriento, unos tejanos (levi's) destrozados y una camiseta blanca harapienta (calvin klein). Tenía los labios cortadísimos y parecía un muerto en vida, un personaje burtoniano. Le pregunté qué era de su vida. Me dijo: "bueno, estoy repitiendo bachillerato, mi padre quiere que entre en Empresariales, y luego quizá me voy a los estados unidos a hacer un máster". ¿Y eso que llevas en la espalda? "Ah, una pancarta. Es que ahora me voy a una manifestación antiglobalización, es una mierda el puto capitalismo".

Esta mañana le he vuelto a ver. Estaba haciendo un transbordo en el metro y me he cruzado con un tipo enorme, botas militares, cazadora bómber, cabeza rapada. Verle así me ha dejado en estado de shock, y me he quedado mirándole. Se ha dado cuenta, y me ha lanzado una mirada de perturbado mental del estilo "¿qué coño miras, gilipollas? ¿buscas que te mate?" Y entonces, de repente, ha parecido confuso, como si me hubiera reconocido. Pero si lo ha hecho, no me he enterado, porque me he largado a toda pastilla, por si acaso me venía a contar que iba a una reunión de su ONG pro derechos de los inmigrantes, homosexuales y personas que compran en el mercadillo.

Ya sé que no es justo juzgar a la gente por la ropa que lleva. Pero él lo hizo antes conmigo...

miércoles, 16 de enero de 2008

Rascacielos

Mi profesora de biología era muy hippy, pero no de postín, hippy de verdad, hippy histórica. De las que se fueron a Woodstock, y al mayo del 68, y que aún, a sus sesentaytantos, fumaba petardos en el parque. Me dijo una vez: lo primero que debes leer del periódico es el suplemento de Economía. ¿Sabes por qué? Porque hay que saber lo que hace el enemigo.
La verdad es que no puedo. Me aburre solemnemente, y ahora que EL PAÍS ha decidido colocarlo allí en medio, me trae de cabeza.
Hoy, detrás del maldito suplemento, he encontrado una foto de un conocido: El edificio Trafalgar, en la plaza urquinaona. Al parecer, fue el primer rascacielos de Barcelona, en el año 36. Paso por ahí todos los días y nunca se me había ocurrido que pudiera tener nombre propio e historia. Decía el periodista que en el año 36, el rascacielos fue una de las pocas cosas buenas que llegaron a la ciudad. La otra fue la elefanta Perla, que regaló al zoo...Hitler. No es el tipo de personaje que una se imagina regalando bichos. Por cierto, es bonita la palabra rascacielos. Suena a cosquillas.
Lo que si que leo son las secciones de política. Antes tampoco podía con ellas, pero ahora tengo curiosidad. Aunque en realidad, la política y la economía son la misma cosa. El mismo enemigo, diría mi profe hippy. A mi, al enemigo, me gusta espiarle. A veces, cuando no estamos en el aire, el técnico de sonido abre micros y me dice: haz que ver que no oyes nada...Y así cotilleamos un poco. Pero poco, porque aburre comprobar que esa gente viven en un planeta a parte, digamos, la Tierra Vip. Son los que más pasta tienen, pero cuando van al restaurante, el chef les invita. Todos son muy amigosss de otros, aunque luego, en la arena, finjan pegarse. La política es como el pressing catch. Pura coreografía.
Por cierto, el pressing catch y los 80 están oficialmente de moda. A mi es que me pillaron muy joven, y los revival ochenteros me dejan un poco fría. Aunque la verdad, cuando lo pienso, no se me ocurre qué demonios vamos a reivindicar de los 90 cuando nos toque ponernos nostálgicos.

lunes, 14 de enero de 2008

Mortadela de olivas y M Night Shyamalan

Desde hace un tiempo he llegado a la conclusión que la manera más explícita que tienen mis padres de mostrar amor es cocinar. En mi casa, la comida no es comida, es algo más. Por eso, cuando hoy he pasado por delante de la mejor charcutería del barrio y la he visto convertida en una tienda orange, me ha dado un bajón. Recuerdo a mi madre sacando de la bolsa ese sobrecito de jamón maravilloso...o las gigantescas lonchas de mortadela de olivas...qué horrible pérdida.

Todas las tiendas de barrio están cerrando. Al lado de mi casa sólo queda un paki, al que tengo cierta simpatía. Antes que él, habían desfilado cuatro o cinco dependientes, que siempre salían de la trastienda y se les notaba por todos los poros de la piel que te maldecían profundamente por interrumpir lo que estuvieran haciendo. No les culpo, supongo que este no debía ser el trabajo de su vida. Yo no sería mucho mejor. Pero el hombre que hay ahora es extraordinariamente amable y comunicativo. Tiene los ojos de un verde muy claro, grisáceo. A veces, cuando nos cruzamos por la calle, me saluda. Me recuerda un poco a M. Night Shyamalan.

Por cierto, esa calle es bastante inquietante. Antes me la recorría entera para llegar a casa de Clementine, y siempre pasaba algo. Generalmente, se iba la luz. Sólo allí. Todo quedaba a oscuras, durante unos minutos, y luego, volvía. Además, por debajo de la calle pasa un río. Por las noches, si uno escucha bien, se oye el ruido del agua subiendo de las alcantarillas. Siempre he pensado que si alguna vez tengo que tener una experiencia paranormal, será allí, entre las dos y las tres de la madrugada.

domingo, 13 de enero de 2008

Piedras

Seguro que alguna vez alguien os ha contado la fábula de las piedras. Un profesor de desarrollo organizacional se trajo a clase un recipiente de cristal y cuatro cubos llenos de distintos materiales. Primero llenó el recipiente de piedras hasta los topes, y acto seguido preguntó a sus alumnos: ¿está lleno, verdad? Ya no cabe nada más, ¿no?. Los alumnos asintieron, pero entonces él sacó uno de los cubos, lleno de arena, y lo vació entero dentro del recipiente. La arena se coló entre las piedras, ocupando los espacios vacíos. Otra vez volvió a preguntar, el recipiente parecía lleno. Pero volvió a repetir la operación llenando los espacios con sal. De nuevo, la misma pregunta: ¿Cabe algo más? Y entonces, vació el último cubo, lleno de agua, en el recipiente.

Después de todo esto, les preguntó a sus alumnos: ¿Qué conclusión extraen de esto? Y respondieron: Que por más que parezca que ya no se puede hacer más, siempre queda tiempo para hacer más cosas. Y el profesor les contestó: No. Esto demuestra que hay que empezar a llenar las cosas con las piedras grandes, porque luego ya no van a caber.

La fábula de un poco de rabia, más que nada porque suena a autoayuda y porque es poco probable que sucediera algo así (¿alguien imagina a un profesor cargando cuatro cubos llenos de piedras?). A parte de que, logísticamente...no sé yo...Pero bueno, tiene su gracia.
La vida es como ese recipiente, dice la moraleja, y las piedras grandes con aquellas cosas importantes que no deben faltar. Me sé de una que, como no sabe exactamente qué baremo seguir para catalogar las piedras, las intenta cargar todas siempre encima, por si acaso...cualquier día de estos cruza el río y se ahoga...

viernes, 4 de enero de 2008

Laicismo radical


Creo que los mayores votantes en secreto del PSOE en las próximas elecciones formaran parte de la curia de la iglesia. ¡Cómo no van a reelegir a Zapatero, con lo bien que se lo pasan! ¡Pero si las Conferencias episcopales deben ser auténticas funky reagge parties! Entre organizar las manifiestaciones y elaborar la lista de los 40 principales enemigos de la iglesia, eso debe ser un cachondeo perpetuo, si no, no se entiende de dónde sacan estas declaraciones tan inspiradas.
Primero fue el obispo de Tenerife, diciendo que los niños se van buscando que les violen...claro, lo de la homofobia le parecía que ya estaba muy visto y necesitaba ir más allá...El cardenal Martinez Sistach también se ha lucido, condenando uno de los mejores programas de humor político que actualmente se hacen en este país ¡por hacer una parodia de una obra de teatro tradicional! Claro, hay que eliminar a los malvados humoristas que cambian las letras
de los villancicos, ya se sabe, son mala gente, como los dibujantes de cómics...
De todos modos, mi hit favorito de la semana son Rouco Varela y García Gasco, que bajo los efectos de la última funky reagge party han afirmado que la ley del matrimonio homosexual representa un retroceso en los derechos humanos y que el laicismo radical nos lleva a la disolución de la democracia. Para empezar, ¿desde cuando le ha importado a la iglesia, precisamente a nuestra facha iglesia, la integridad de la democracia? ¡Pero qué ejercicio de hipocresía! Me entusiasma ver cómo el enemigo se ahoga en su propio vómito.